domingo, 9 de marzo de 2014

Quemar Etapas

De niño me encantaba iniciar clases, era una nueva oportunidad para ver a mis compañeros de colegio y contarnos aventuras de vacaciones. Iniciada la facultad, las prioridades habían cambiado, el trabajo ocupaba un lugar más importante dentro de mis responsabilidades, sin embargo, la ansiedad por aprender más herramientas técnicas en cada materia del semestre y la expectativa por estar cada día más cerca de ser un profesional me despertaban gran emoción por iniciar el nuevo año universitario. Estamos en el mes de febrero y recuerdo esta época de estudiante con cierta nostalgia, pero con gran satisfacción. No creo que exista solo una edad para estudiar, lo que existen son las oportunidades; y creo que es a ellas a las que debemos mantenernos atentos, sea la edad que tengamos, de manera que podamos así ir quemando etapas.

No puedo negar que el apoyo de los padres en la educación es clave, sin embargo, ese apoyo es “vano” si es que tu interés tan solo es aprender para los exámenes de la facultad y no para los de la vida. En mi caso personal, no fui un alumno “5” (tengo profesores que pueden probarlo), pero mis padres no me exigían ser excelente en el aula como estudiante, sino que buscaron mostrarme que la verdadera prueba de mi educación académica está en la aplicación de conceptos aprendidos en el aula a la vida laboral (continúo en esta prueba); me enseñaron a decir más argumentos que palabras, a ser más maduro que bien parecido, y lograr ser más confiado que refinado. No intento transmitir que eres mejor persona por haber sido educado, todo lo contrario, lo que intento es reconocer que el valor de la educación no es cambiar la manera en que el mundo te mira, sino cambiar la manera en que tu miras al mundo.

Si aún tienes ganas de estudiar, este año puedes empezar, retomar o terminar. El año académico inicia; si tu excusa es el tiempo, debes fabricarlo, y si es que la educación te parece cara, prueba con la ignorancia*. Me veo tentado a citar “X” razones por las cuales debes estudiar, pero probablemente tu conciencia te la recuerde con frecuencia. Si bien existen muchas personas que revolucionaron el mundo de los negocios y que no han terminado sus estudios universitarios, como Steve Jobs o Mark Zuckerberg, también es cierto que existen muchas más que sí lo han hecho y que fueron, o son hoy, las personas más influyentes, como Nelson Mandela, Albert Einstein o Barack Obama.

Aquella cultura de la “universidad de la calle” podrá ser muy útil para muchos que tuvieron un “golpe de suerte”, son grandes creativos, disciplinados autodidactas o tienen vínculos sociales que los apoyan en sus emprendimientos (que son respaldados por una fuerte propuesta de valor); sin embargo, creo que el camino para el desarrollo personal y profesional para la mayoría de los latinoamericanos está en ir quemando etapas, ponernos objetivos medibles y cuantificables, que puedan ser validados por la academia y reconocidos por la gente, y que luego genere un valor útil para la sociedad.

Este año puedes terminar lo que empezaste o empezar lo que soñaste.

José Méndez Cardozo. 
Publicado el 24 de Febrero en el Diario Ultima Hora para ADEC


*Albert Einstein